domingo, 15 de enero de 2012

El economista Ha-Joon Chang: lo que no te cuentan del capitalismo

Ha-Joon Chang, el economista más leído en el Reino Unido
Arremete contra los 'mitos' de la globalización y del libre mercado
Clama por una sociedad de 'ciudadanos económicos'



La economía ha tenido siempre un aura de misterio para el común de los mortales. Los titulares de los periódicos parecen escritos al dictado de los poderes económicos, encerrados en sus castillos kafkianos. Todos hemos bailado durante años en una jerga ideada por los tecnócratas -primas de riesgo, activos tóxicos, "obligaciones de deuda colateralizada"- para mantener deliberadamente al margen al 99% de los ciudadanos, que sufre en sus carnes la recesión mientras los ejecutivos siguen cobrando sus primas millonarias.

Y en esto llega Ha-Joon Chang, profesor de Economía en Cambridge, hijo del 'milagro' coreano, dispuesto a destripar el capitalistmo desde dentro y ponerlo a la altura del 'mileurista', ahora que los mitos sobre la riqueza y la pobreza están cayendo por su propio peso.

Chang, experto en economía del desarrollo, se adelantó a la Gran Recesión con un libro ('Bad Samaritans', aquí titulado '¿Qué fue del buen samaritano?') que arremetía contra la doble moral de la globalización y los esfuerzos de los países ricos por seguir teniendo la sartén por el mango. Ahora, en plena zozobra económica, nos llega '23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo' (que publicará en febrero la Editorial Debate), intentando ahondar en las razones de esta crisis causada "por los excesos de eso que llaman libre mercado".

1. "El libre mercado no existe", sostiene Chang, abriendo fuego en el primer capítulo . "Todos los mercados tienen reglas y fronteras para restringir la libertad de elección (...) El "libre mercado" es una ilusión y no se puede definir objetivamente. Es más bien una definición política, por no decir la idelogía dominante durante estos 30 últimos años. Los Gobiernos han decidido intervenir, esta vez para "desregular" la economía y llevarnos a este punto en el que estamos, con desigualdades cada vez mayores y crisis cada vez más frecuentes".

2. "Los accionistas no defienden los intereses de las compañías, sino sus propios intereses", palabra de Chang, que pone sobre el tapete otro hecho preocupante: "En los sesenta, un inversor británico mantenía por término medio seis años sus acciones en una compañía. Hoy en día, ese tiempo se ha reducido a tres meses... Al accionista no le preocupa el futuro a largo plazo de una empresa sino los beneficios que pueda reportarle en tres meses (...) Si gestionamos una empresa pensando en las accionistas, estamos posiblemente comprometiendo su propia supervivencia. A este punto hemos llegado".

3. "Los mercados financieros necesitan ser menos eficientes". Otra de las controvertidas afirmaciones del economista de Cambridge... "La desregulación y las tecnologías de la información permiten a los inversores mover grandes cantidades de capital en fracciones de segundo. Esto puede aumentar su capacidad para hacer dinero, pero tiene un efecto muy desestabilizador sobre la economía. El bache entre el mundo financiero y el mundo real es cada vez mayor: hemos creado un monstruo tan complejo que nos resulta muy difícil de entender, y mucho menos de controlar. Lo que necesitamos es simplificar".

4. "Los ricos nos hacen cada vez más pobres". Desde los años de Reagan y Thatcher, según Chang, funcionamos con una política de "enriquecer a los más ricos", con la vana idea de que la prosperidad se extenderá a otras capas de la sociedad. El precio que estamos pagando es éste: la mayor brecha entre los más ricos y los más pobres desde el último siglo. Un directivo norteamericano de una corporación llega a cobrar de 300 a 400 veces más que su empleado medio. Durante el último año, y a pesar de la crisis, los altos ejecutivos se han aumentado el sueldo un 40%.

5. "La economía mundial creció más en tiempos del capitalismo 'regulado'". De acuerdo con Chang, el crecimiento per cápita de la economía mundial durante los años sesenta fue casi el doble que a partir de los años ochenta. "Lo cierto es que las políticas del Banco Mundial y del FMI han dado muy pobres resultados", sostiene el economista de Cambridge. "Los países ricos quieren imponer sus recetas del 'libre mercado' a los países en desarrollo, cuando lo cierto es que ellos mismos se enriquecieron con un equilibrio de comercio y medidas protecconistas. Así es como creció Corea del Sur. La falacia del libre mercado ha convertido raramente a un país pobre en un país rico, con la excepción de Chile".

6. "Asume lo peor de la gente y obtendrás lo peor". Chang dispara contra la esencia egoísta del capitalismo, "la avaricia del carnicero y del panadero" a los que apelaba Adam Smith. "El capitalismo ha cambiado mucho desde entonces. No podemos ignorar que el ser humano responde a otras motivaciones, más allá del exclusivo interés propio. La explotación infantil era moneda corriente hace poco más de un siglo, y las elites se oponían férreamente a que los Gobiernos regularan el mercado laboral y acabaran con las jornadas de 15 horas diarias. El capitalismo se ha hecho más participativo y cooperativo: ustedes tienen el ejemplo cercano de Mondragón. Pero el sistema tiene que abrirse aún más, para dar cabida al 'ciudadano económico'".

Dicho lo cual, pese a haberse ganado el apelativo de "anticapitalista", Ha-Joon Chang se desmarca de los teóricos del 'decrecimiento' y asegura que hoy por hoy no existe alternativa que permita garantizar el mismo nivel de progreso y desarrollo en el mundo.

"Con el permiso de Churchill, el capitalismo es el peor sistema que existe... exceptuando a todos los demás", concluye el economista irreverente, entrevistado este fin de semana en EL MUNDO. "Eso no quiere que el modelo con el que funcionamos ahora sea el mejor posible. Todo lo contrario: tenemos que cambiarlo desde dentro y veo claros indicios en el horizonte. Los 'indignados' y el movimiento 'Occupy' es uno de ellos... Pese a los nubarrones del 2012, hay que ser optimista a largo plazo".


http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/13/economia/1326470186.html?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter

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Ha-Joon Chang (nacido en Corea del Sur en 1963) es uno de los economistas heterodoxos más destacados del mundo, especializado en la economía del desarrollo. Chang es uno de los economistas más citados en la literatura de la economía del desarrollo, especialmente en artículos y libros que son críticos del neoliberalismo.1 2
Instruido en la Universidad de Cambridge, donde actualmente trabaja como conferencista, Chang es el autor de varios influyentes libros, entre ellos "Retirar la escalera".3 4 También ha sido consultor del Banco Mundial y del Banco Europeo de Inversiones así como de Oxfam y varias agencias de Naciones Unidas. Es miembro del Center for Economic and Policy Research de Washington D.C. También es conocido como inspirador de las ideas económicas del actual presidente del Ecuador, Rafael Correa.5


http://en.wikipedia.org/wiki/Ha-Joon_Chang
http://es.wikipedia.org/wiki/Ha-Joon_Chang

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El economista Ha-Joon Chang: "Rajoy debería aprender del error de Cameron y no cortar tanto el gasto público"


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Ha-Joon Chang denuncia a los malos samaritanos del capitalismo

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"Patada a la escalera: La verdadera historia del libre comercio"
por Ha-Joon Chang.


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http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3930-2009-06-21.html

DOMINGO, 21 DE JUNIO DE 2009
ENTREVISTA A HA-JOON CHANG
Destruyendo mitos
El economista coreano Ha-Joon Chang, investigador de la Universidad de Cambridge, que arribará al país en pocas semanas, cuestiona el discurso dominante que sostiene los beneficios del libre comercio y la globalización tan difundidos por la OMC, el Banco Mundial, el FMI y los países centrales. Destaca la relevancia de las políticas activas del Estado, principalmente las industriales, y sus instituciones en el desarrollo económico. Y arremete contra los mitos más difundidos del discurso neoliberal.

Por Tomás Lukin
“Los países centrales tienen el hábito de recomendar las políticas de liberalización del mercado y el comercio que fueron inútiles cuando ellos se estaban desarrollando”, sostiene Ha-Joon Chang. El economista especializado en desarrollo dialogó telefónicamente con Cash desde su casa en Cambridge, Inglaterra, y enfatizó la necesidad de tener una política nacional de desarrollo que proteja y estimule a determinados sectores productivos. El especialista heterodoxo de origen surcoreano se opone a las políticas de liberalización de la economía y advierte que los países desarrollados le dieron una patada a la escalera y reclaman a las economías periféricas que “hagan lo que ellos dicen pero no lo que hacen o hicieron”. Para Chang, una política de tipo de cambio competitivo es insuficiente para desarrollarse.

Usted estudió el proceso de desarrollo de muchas economías centrales, ¿qué caminos existen para los países de la periferia, hay alguna receta, de qué depende?

–Depende de cada país, de sus características. Si se ve la historia, desde el siglo XVIII en Inglaterra hasta los casos exitosos de las economías en desarrollo de Corea y Taiwán, todos usaron los mismos principios de protección industrial de Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro de Estados Unidos, para desarrollarse. Básicamente, consiste en la protección industrial. Los gobiernos de los países en desarrollo deben proteger y nutrir las industrias jóvenes para que puedan incrementar su productividad y eventualmente competir en el mercado mundial.

Pero los países centrales recomiendan lo opuesto a los de la periferia.

–Los países ricos les imponen a los que están en la periferia el deber de desarrollarse a través del libre mercado, siguiendo supuestamente su camino, pero si se mira la historia es totalmente diferente. Hoy los gobiernos de los países ricos están interviniendo a diestra y siniestra en la economía y esto es totalmente opuesto a las políticas que recomendaban a los países en desarrollo. Las economías centrales tienen el hábito de recomendar las políticas de liberalización del mercado y el comercio que fueron inútiles cuando ellos se estaban desarrollando. Las políticas de libre mercado reducen el crecimiento económico y reinstauran la inestabilidad.

La oposición al uso de políticas proteccionistas o fiscales también se registra al interior de los países y entre los principales socios comerciales.

–Se puede vivir en el mismo país pero no compartir los mismos intereses. Si Argentina quiere desarrollar la industria manufacturera tiene que cobrarle impuestos al sector agropecuario, y a los agentes de esa actividad no les gusta. Los terratenientes son como Thomas Jefferson, primer secretario de Estado y tercer presidente de Estados Unidos, que se oponía fervientemente al programa de desarrollo de una joven industria de Hamilton. El razonamiento de Jefferson es simple, para qué necesitas una industria cuando puedes exportar los productos primarios y comprar en Europa el resto de los bienes que son mejores y más baratos, a diferencia de la ineficiente manufactura yanqui. En algunos casos la reacción es ideológica, apenas ven algún tipo de intervención estatal que no les gusta, se ponen histéricos.

¿Considera que un tipo de cambio competitivo es una herramienta para el desarrollo?

–En el corto plazo hay que mantener un tipo de cambio competitivo que permita mejorar el saldo comercial. Pero en el largo plazo no se puede resolver todo con el tipo de cambio. Sólo es posible mejorar la calidad de vida incrementando la capacidad productiva. Muchos países en desarrollo devalúan sus monedas una y otra vez, pero eso no los hace competitivos.

¿Por qué?

–Devalúan y el tipo de cambio permanece competitivo por un tiempo, pero las ventajas que surgen de una tasa competitiva tienen vida corta y son erosionadas por el mismo superávit comercial que generan. Es necesario mejorar constantemente la estructura de exportaciones para evitar el deterioro. Los trabajadores de automotrices alemanes ganan 30 dólares la hora y el producto alemán es competitivo. Probablemente en Tailandia los trabajadores ganen 5 dólares por hora, pero eso no los hace competitivos, porque la gente quiere autos alemanes. Las monedas altamente devaluadas revelan las debilidades de las estructuras productivas de los países. En el corto plazo estoy de acuerdo en que el tipo de cambio sea competitivo porque permite evitar los problemas de balanza de pagos y las crisis financieras, pero lo que va a determinar el desarrollo o no es lo que se haga con la industria.

¿Una estructura de exportaciones basada en productos agropecuarios puede impulsar un proceso de desarrollo?

–Depende. Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, Dinamarca prosperó sobre la base de las exportaciones agropecuarias. No es imposible, pero hay que tener en cuenta que Dinamarca es un país pequeño con 5 millones de habitantes que en ese momento podía exportar a mercados muy ricos y muy cercanos, como Alemania e Inglaterra. No es lo mismo exportar soja para la población urbana china. A diferencia del caso danés, hoy los argentinos son demasiados como para sostener una mejora en la calidad de vida a través de las exportaciones de soja, trigo y carne.

¿Es una señal de debilidad?

–La estructura de exportaciones argentina permaneció estancada, se siguen exportando las mismas cosas, productos primarios. A diferencia de Argentina, Corea del Sur mejoró y modernizó continuamente su estructura exportadora. Hay que mejorar los productos agropecuarios y diversificarse hacia las exportaciones de manufacturas industriales. Incluso en las exportaciones agropecuarias que pueden mejorar. Argentina tiene mejor vino que Chile, pero en Inglaterra recién se está empezando a conocer. Los chilenos han sido mucho más efectivos en el marketing y poniendo etiquetas muy lindas.

¿Cuánto duran los procesos de desarrollarse?

–Ese es el punto. Tomemos el caso de Nokia. La empresa finlandesa comenzó como un conglomerado maderero y en 1960 decidió abrir una división electrónica que dio ganancias por primera vez en 1977. Fueron necesarios 17 años para que diera beneficios. Las pérdidas se compensaban con los ingresos de otras empresas del grupo. Algo similar sucedió en Japón, donde la industria automotriz necesitó entre 30 y 40 años de proteccionismo y subsidios para volverse competitiva. En estos procesos fue fundamental el rol del Estado y las regulaciones para asegurar el éxito de esos sectores.

¿Algunas culturas son incapaces de desarrollarse?

–Algunos piensan que los coreanos y japoneses se desarrollaron porque tienen una cultura adecuada, trabajan duro y ahorran mucho. Mientras que países como Argentina no tuvieron éxito porque les gusta bailar tango, tomar mate y son vagos. Eso es totalmente mentira. A los coreanos nos encanta gastar. Mucho de lo que se piensa de las culturas de los países es el resultado de las políticas económicas.

¿En qué sentido?

–Hacia fines de los ‘80 y comienzos de los ‘90 el ahorro de las familias en relación al PIB en Corea del Sur era del 20 por ciento. Hoy el ahorro en Corea ronda el 1 por ciento del PIB, entre los más bajos del mundo. De acuerdo al estereotipo racial, los países latinoamericanos deberían tener ahorros más bajos. Pero no es así. En Brasil el ahorro privado es del 7 por ciento. Las raíces del desarrollo son políticas, pero esto no quiere decir que los elementos culturales sean irrelevantes. Cada país tiene su historia. Estas “explicaciones culturales” sobre el desarrollo económico son una justificación ex-post de lo que ya sucedió.

¿Por qué en pocos años los coreanos pasaron de ser de los más ahorrativos del mundo a uno de los de menor ahorro?

–Es el resultado de las políticas económicas. Después de la crisis de 1997, los bancos dejaron de prestar a la producción y pasaron a prestar al consumo, donde hacen más dinero. En ese sentido, los bancos de desarrollo son fundamentales. Los bancos comerciales no prestan para el largo plazo. No hay créditos a largo plazo. Son necesarias instituciones como el Bndes en Brasil o los bancos de desarrollo en Corea del Sur y Japón, que prestan a largo plazo para financiar el desarrollo.

¿Qué lugar deben ocupar el FMI y el Banco Mundial?

–Algunos quieren abolirlos, yo no. Si se eliminan las instituciones multilaterales sin importar cuán imperfectas sean, todo se reduciría a negociaciones bilaterales. Donde los Estados Unidos torcerían los brazos de Argentina, Guatemala o Taiwán e impondrían políticas aun peores. Nos quejamos del FMI, pero si se ven los tratados de libre comercio que Estados Unidos tiene con los países en desarrollo, son mucho peores. Hay que reformar esas instituciones. La estructura de toma de decisiones está armada de acuerdo a la distribución de poder económico de 1944, con muy pocas modificaciones marginales. Hay que destruir el poder de veto de Estados Unidos y otorgar más representatividad a los países en desarrollo. Además, las condiciones para acceder a los préstamos son demasiado intrusivas. Imponen el mismo grupo de políticas para todos los países. El mismo talle les entra a todos; esto debe cambiar.

QUIEN ES CHANG

Desde la heterodoxia
”Una vez que se ha alcanzado la cima de la gloria, es una argucia muy común darle una patada a la escalera por la que se ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás.”
Friedrich List, economista alemán del siglo XIX

A partir de una perspectiva histórica, enfoque poco común en la disciplina para las corrientes económicas dominantes, Ha-Joon Chang se ha encargado de desmitificar los beneficios del libre comercio y la globalización tan difundidos por la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los países centrales. “Durante un siglo, hasta la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos fue el país más proteccionista en el mundo. En doscientos años de historia, Estados Unidos practicó el libre comercio solamente durante 50 años”, explica Chang. El joven investigador de la Universidad de Cambridge, nacido en Corea del Sur en 1963, tiene su propia versión de la famosa frase del escritor estadounidense Gore Vidal: “El sistema económico norteamericano es socialismo para los ricos y capitalismo para los pobres”. Para Chang las políticas macroeconómicas internacionales se han comportado de la misma forma: “Monetarismo para los pobres y keynesianismo para los ricos”, las herramientas aplicadas por los países desarrollados (emisión monetaria y expansión del gasto público) no deberían ser utilizadas por los países periféricos.

Sus trabajos sobre las economías asiáticas se dedicaron a fortalecer la noción sobre la relevancia de las políticas activas del Estado, principalmente las industriales, y sus instituciones en el desarrollo económico. En 2005, el profesor Chang fue distinguido con el premio Leontief, otorgado a algunos de los economistas más destacados de la heterodoxia. En su último libro, accesible y entretenido para no economistas (Malos Samaritanos: naciones ricas, políticas pobres y la amenaza para el mundo en desarrollo) vuelve a arremeter contra los mitos más difundidos del discurso neoliberal. La publicación se tradujo al español hace poco para el mercado europeo y “algunos de sus amigos argentinos” están negociando para imprimir una edición local. Durante la entrevista con Cash el economista comentó que entre la crisis financiera internacional y la presentación de su último libro no ha parado de viajar por el mundo en los últimos meses. El próximo 8 de julio estará en la Argentina para cerrar el primer congreso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA) y volverá en agosto convocado por Pro Tejer.

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